Feminismos tecnológicos

Textos de la participación del SeminarioTF en el Taller Perspectivas Críticas. Seminario Alteridad y Exclusiones (FFyL-UNAM), “Feminismos tecnológicos”. Llevado a cabo el 22 de Agosto de 2020, en el Museo de la Mujer. Coordinado por la Dra. Ana María Martínez de la Escalera y la Dra. Erika Lindig. Moderado por la Mtra. Lourdes Enríquez (FEMU) y el Mtro. Francisco Salinas.


Feminismos y tecnología 

Emma Baizabal

Nos interesa reflexionar sobre las articulaciones que se han llevado a cabo entre las luchas feministas y la tecnología. Desde los años sesentas tales relaciones han sido pensadas y problematizadas de maneras muy variadas que refieren tanto al lugar de la mujer como productora de tecnología, la imagen de las mujeres y otras subjetividades en el espacio virtual, así como las tecnologías de reproducción, tecnologías comunitarias, entre otras. De muchas maneras se han nombrado tales relaciones pero lo que nos interesa por ahora es localizar algunos de los aspectos generales de lo que podría entenderse como feminismos tecnológicos, es decir, aquellos caracterizados desde su impronta tecnológica. Para ello daremos un rodeo por cada uno de los términos por separado.

En primer lugar se prefiere hablar de feminismos en plural porque las luchas son múltiples. Porque lo que se entiende por sujeto político no es homogéneo. Cuando se habla de feminismos se habla a) de conformaciones identitarias/subjetivas, con características diversas dependientes del proceso de racialización o de clase que las atraviesa; b) de la  diferenciación de espacios como privados o domésticos, que delimitan las prácticas de ciertos cuerpos en esferas de la vida social; c) de la división y distribución del trabajo reproductivo y su extensión en el trabajo laboral, productivo, del cuidado, etcétera.

Así, por feminismos se entienden no sólo los movimientos políticos de luchas de mujeres sino los marcos metodológicos/ejercicios críticos desde los cuales se cuestiona la realidad. Ya no es sólo el lugar de las mujeres en un sistema que privilegia ciertos cuerpos, identidades y prácticas, sino el presupuesto mismo de la división de los cuerpos en identidades y prácticas que resultan en una jerarquización.  Las preocupaciones principales, se enuncia constantemente, tratan de la justicia social, la libertad y la equidad.

Por otro lado, cuando se habla de tecnología en general se piensa en instrumentos o herramientas, ya sea digitales o análogas, útiles para la vida cotidiana. Se habla de máquinas, dispositivos o aparatos como si fuesen sinónimos y refirieran a objetos concretos con los que se resuelven problemas o con los que se crean más. De ellos, se dice, hay dos opciones: usarlos para dominar la realidad o someter nuestra propia realidad a ellos y tranformarnos para que funcionen mejor.  Frente a esto, algunos discursos filosóficos han problematizado la pertinencia de tratar a los objetos en su aspecto discreto y más bien han apostado por comprenderlos en términos de sus potencias y en relación con los sistemas complejos desde los que emergen.

Desde las perspectivas feministas, entonces, la tecnología es revisitada en cuestiones como la participación en la producción y el acceso a ella, el imaginario genérico que se reproduce tanto en los cuerpos como en las representaciones de los mismos, la utilización de herramientas o instrumentos que pueden dotar de autonomía y libertad para la acción; así entendida se habla de estrategias como la apropiación —es decir, los mecanismos de adaptación de un instrumento o herramienta determinada a las necesidades particulares de un contexto. Esto, se dice, tiende a combatir la condición hegemónica y homogeneizante de la tecnología producida desde intereses patriarcales y capitalistas.

La noción de tecnología que parece interesar desde las formaciones críticas feministas tiende al ejercicio de resistencia, de comunitariedad, a la emergencia del acceso abierto, libre y universal, la apropiación localizada, y algunas veces a la reescritura de la tecnología misma.  No es sólo la enunciación de los problemas que trae consigo la mono-tecnología hegemónica sino también las posibles puestas en crisis desde otros accesos, otros cuerpos y otras prácticas, desde otras formas en que se modifica la presentación y articulación de las redes técnicas.


Formas de la cuestión

Feminismos tecnológicos

José Francisco Barrón Tovar

En lo que sigue se trataría de mapear mínimamente las configuraciones que ha tomado la articulación entre la lucha de las mujeres, el discurso feminista y lo tecnológico. Ciertamente este mapeo mínimo pretende ser el preámbulo a repensar y reevaluar adecuadamente los sentidos y efectos que han permitido las prácticas y discursos generados en esa articulación. Estas configuraciones no son homogéneas ni remiten a una entidad determinada, se trata más bien de campos problemáticos engarzados de tensiones, desplazamientos y paradojas en los que las luchas y discursos se traslapan y se hurtan entre sí.

  • Ciberfeminismo: El término aparece en la década de los 90 vinculado a un movimiento cultural y artístico (VNS Matrix). La aparición del término se vincula a la práctica artística del net-art. Al principio, el término buscaba describir la lucha de feministas interesadas en el uso y la crítica de Internet y los medios en general, pero su aparición, sobre todo con la cuestión del  cyborg, permitió la discusión sobre el cuerpo de las mujeres en relación con la tecnología (sobre todo internet). Actualmente existen muchos grupos que se identifican con el nombre o que buscan discutir los problemas enfrentados en el ciberfeminismo. (A veces se afirma que tienen una visión utópica: esencialismo de las nuevas tecnologías como liberadoras para las mujeres —Plant: la tecnología es femenina—).
  • Tecnofeminismo: Se trata más bien de una propuesta conceptual que postula que debería ejercerse una crítica de género a la tecnología (entendida por Wajcman como un producto “conformado a partir de las relaciones sociales que lo producen y lo utilizan”). Así afirmará que los valores y estereotipos en los que se fundamentan las relaciones asimétricas entre los sexos se trasladan a las tecnologías, perpetuando y aumentando con ello las desigualdades. Igualmente el tecnofeminismo critica la poca participación de las mujeres en el trabajo con tecnología, en la producción y desarrollo de máquinas.
  • Xenofeminismo: Se trata de una propuesta de 2014-2015 de un colectivo llamado Laboria Cuboniks que, en sus términos, “busca hacer un uso estratégico de las tecnologías existentes para re-diseñar el mundo”. La propuesta crítica de este colectivo es poner en operación la potencia de la tecnología para cambiar la naturaleza, los cuerpos y abolir completamente el género. Postulan un cambio tecnológico a gran escala que buscaría construir un mundo donde las características ensambladas actualmente bajo la rúbrica del género ya no construyan una red para la asimétrica operación del poder. Así postulan la idea del alien o elemento xeno. (“¡En el nombre del feminismo la ‘Naturaleza’ no debe ser más un refugio de injusticia o una base para cualquier justificación política! ¡Si la naturaleza es injusta, cambiemos la naturaleza!”)
  • Feminismo digital: Se trata del activismo feminista en relación con el uso de Internet o de la versión feminista del ciberactivismo. Puede tener muchas versiones —tanto académicas como de grupos militantes—, pero en todos ellos se busca poner en operación principios feministas en la tecnología digital. De allí que se centre en traducir las luchas de grupos y colectivos feministas y de mujeres al espacio digital. Así se busca la visibilidad de problemas y luchas, o llevar a cabo ejercicios de empoderamiento en la forma de hashtags utilizados en redes sociales (activismo hashtag).
  • Hackfeminismo: Movimiento social y político constituido por laboratorios y talleres centrados, no exclusivamente, en dos problemas principales: la lucha contra la violencia en espacios de tecnología digitales y en la apropiación feminista de saberes y herramientas tecnológicos mediante su conocimiento y uso. De allí que se centren en cuestiones de seguridad, vigilancia, privacidad, transmisión de saberes y haceres sobre las herramientas tecnológicas, software libre, control de datos, gobernanza digital, entre otras cuestiones (ciberseguras o servidoras feministas).

Feminismos tecnológicos: problemas teóricos y políticos

Ana María Guzmán Olmos

Si consideramos que es posible pensar una relación entre el feminismo y la tecnología, como se propone aquí al hablar de feminismos tecnológicos, es pertinente elaborar un pensamiento crítico de la manera en que se establece dicha relación. Esta crítica estaría por un lado constituida por una indagación de cómo se entiende la tecnología con respecto a las diversas luchas feministas, pero también por un análisis de problemáticas específicas que han sido señaladas por los feminismos y que pueden ser planteadas desde un pensamiento de lo tecnológico. Con respecto a lo segundo tendríamos que comenzar por avanzar la tesis de que hay una manera particular de entender lo tecnológico que opera al centro de algunas discusiones y prácticas de las luchas feministas, cuya evaluación potencia nuestro entendimiento de cuestiones que, en principio, nos aparecen como callejones sin salida.

Si bien hemos visto el surgimiento de propuestas como los principios feministas para la internet o algunos ejercicios de empoderamiento mediante el uso de hashtags en redes sociales, como fue el caso del hashtag #Metoo en el mundo angloparlante o #Miprimeracoso en twitter en español, un pensamiento crítico de las relaciones entre las luchas feministas y la tecnología, parte de una puesta en cuestión de la presunción de que lo tecnológico es un mero instrumento que puede ser adaptado para cualquiera que sean los fines de la lucha política de la que formamos parte.

En este sentido es relevante evaluar no sólo la manera en que, por ejemplo, la violencia de género opera en medios digitales, como aparece en las diversas formas de acoso en línea, la vigilancia del cuerpo feminizado en internet, la construcción de esta corporalidad mediante anuncios, apps, etcétera; o el discurso de odio expresado en redes sociales y otros foros, sino también de qué manera se articula la subjetividad cuando se ejercen estas formas de violencia. Un pensamiento crítico tecnológico se acerca a estas cuestiones comenzando por considerar que no se trata simplemente de, por un lado, una subjetividad estática, sobre la que simplemente operan distintas formas de sujeción, pero tampoco de una violencia eterna e inmutable cuya instanciación simplemente tomaría la forma de distintos instrumentos u objetos particulares.

Considerar la operación de la violencia de género desde una perspectiva tecnológica implica un cuestionamiento de las operaciones co-constitutivas tanto de la violencia como de las subjetividades en las que se articula, estos modos de operar son los que son propiamente técnicos. Se trata pues, de rastrear la articulación de funciones técnicas que se concretizan en procesos como el de la co-constitución de las violencias, las formas de empoderamiento y la subjetividad. En este sentido, no se trataría de una regulación de la manera en que las luchas feministas ya utilizan diversas herramientas tecnológicas, sino de mecanismos técnicos que subyacen a la manera en que estas luchas se articulan y mediante los cuales se establece la relación de uso de los medios tecnológicos.

Dado el tiempo y espacio que tenemos el día de hoy, vamos a considerar sólo una cuestión que puede ser tomada como ejemplo de la manera en que lo tecnológico opera en las prácticas feministas. Así, si bien en términos de formas situadas y específicas de la praxis no parece primordial discutir quién es el sujeto del feminismo, esto no significa que, por un lado, dicha cuestión no determine la manera en que, por ejemplo, se evalúa quiénes son los sujetos cuyos derechos están en cuestión en las prácticas y discursos de los feminismos. De hecho, en buena medida, esta pluralidad de luchas está dada por la identificación de dicho sujeto. El sujeto del feminismo vendría a ser aquella instancia que habla y de quién se habla en cualquiera que sea la lucha feminista en cuestión. Aunque se enuncie como “sujeto” en singular, en realidad, esta instancia nombra una colectividad tanto de sujeción como de lucha. Si esto es así, ¿de qué manera se puede plantear la cuestión de cuál es el sujeto del feminismo desde una perspectiva tecnológica?

No se trataría aquí, en primera instancia, de pensar las formas feminizadas de los robots y articularlas como formas emergentes de subjetividad, como se ha dado en las discusiones relativas a la conocida robot Sophia. El problema de la feminización de los robots, aunque relevante para la cuestión de las relaciones entre la construcción de la feminidad, el trabajo del cuidado y su articulación en aparatos tecnológicos particulares, no es aún el problema que se trata de pensar aquí. Para elaborar dicha cuestión es necesario, en primer lugar, dar cuenta de la manera en que la distinción naturaleza/cultura subyace no sólo a una concepción de lo tecnológico como instrumento, sino también a la determinación de las subjetividades de los feminismos. Se trataría de analizar los efectos que dicha distinción tiene para ambos, es decir, para la concepción de lo tecnológico y las subjetividades del feminismo. Si bien los esfuerzos por historizar la categoría de mujer en tanto que sujeto del feminismo han resultado en un cuestionamiento de actividades tanto laborales, físicas, como intelectuales que en el pasado se negaron a las mujeres aludiendo a cualidades biológicas determinantes, es necesario cuestionar la distinción entre naturaleza y cultura sobre la que se fundamenta esta forma de determinar quién es el sujeto del feminismo.

De manera afirmativa se entiende a esta categoría como una construida por procesos históricos tanto de precarización como de lucha por derechos frente a la violencia patriarcal. Sin embargo, la utilidad de la conceptualización de la subjetividad del feminismo pareciera estar imposibilitada para cumplir la función para la que, en primer lugar, se articula. Esto es así porque la distinción entre el campo de lo natural como lo dado y el campo de lo construido, en tanto que históricamente determinado, se mantienen como dos campos no solamente heterogéneos, sino completamente separados el uno del otro. En el esfuerzo por historizar procesos históricos y de lucha pareciera que se construye una segunda naturaleza, que al igual que la primera, es decir esa donde acontecen las determinaciones biológicas, que provee un campo estático de determinaciones, es decir, todas aquellas que históricamente han venido a formar parte de él. Mediante la separación de la naturaleza y la cultura, el campo de lo natural se duplica y se naturaliza la cultura.

Si en lugar de partir de dos conceptos estáticos, el de la naturaleza y la cultura naturalizada, se atiende a las maneras en que lo tecnológico tienen efectos sobre estos dos campos heterogéneos, en principio, no es posible partir de la enunciación de subjetividades de los feminismos cuya emergencia estaría dado sólo por alguno de estos medios generativos. Con este punto de partida para evaluar y elaborar la cuestión de quién es el sujeto del feminismo, es necesario dar cuenta de efectos técnicos singulares que operan no en la conjunción de la naturaleza y la cultura, sino en relación los efectos biológicos y culturales.

 

Bibliografía

Feminist Internet https://feministinternet.org/en/principles

Erotics. Sex, rights and the internet https://erotics.apc.org/home

Weeks Kathi. Constructing feminist subjects

Firestone, Shulamith. The Dialectic of Sex

Sabsay, Leticia. Fronteras sexuales

Irigaray, Luce. The forgetting of air. 


 

 


Comparte este artículo
  • Facebook
  • Twitter
  • Delicious
  • LinkedIn
  • StumbleUpon
  • Add to favorites
  • Email
  • RSS

Francisco Barrón

Doctorante en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha participado en varios proyectos de investigación como: “Memoria y Escritura”, “Políticas de la memoria”, “La cuestión del sujeto en el relato”, “Diccionario para el debate: Alteridades y exclusiones”, “Estrategias contemporáneas de lectura de la Antigüedad grecorromana” y “Herramientas digitales para la investigación en humanidades”. Se ha dedicado al estudio del pensamiento griego antiguo, francés contemporáneo y de los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Walter Benjamin. Sus intereses son las relaciones entre la estética y la política, y los problemas especulativos sobre la relación entre la técnica, el arte, el lenguaje y el cuerpo. Pertenece a la Red de humanistas digitales.

You may also like...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>