¿Los que ejercen la profesión de filósofos son dueños de los medios de producción al pensar? O mejor, ¿quienes ejercen de filósofos dominan -siquiera saben de- sus técnicas?
Walter Benjamin escribe en su texto El autor como productor: el intelectual “no ha estado [...] en capacidad de someter a un examen verdaderamente revolucionario su propio trabajo, la relación de éste con los medios de producción: su técnica.”
En este sentido, si hacer un verdadero examen revolucionario para un pensador es diagnósticar la relación del propio trabajo con los medios de producción; es decir, hacer una evaluación de la propia técnica, sobre los filósofos deberíamos preguntarnos: ¿quién domina los medios de producción del trabajo filosófico?, ¿quién domina la técnica filosófica?
Uno podría afirmar una libertad, una voluntad o una conciencia en los individuos que ejercen la filosofía y olvidarse de la cuestión. Decir: “¡qué pregunta es ésa! Los filósofos hacen filosofía y ya.” O tomársela en serio -un poco en sentido marxista-, y preguntar por el dominio de los medios y las técnicas de producción del pensamiento filosófico. Y si pasa eso, de pronto se abren cuestiones a raudales: ¿cuáles son los medios de producción de un filósofo?, ¿cuál es su trabajo?, ¿hay trabajos filosóficos?, ¿qué producen?, ¿cosas?, ¿productos?, ¿hay aparatos, máquinas filosóficas? Dejemos de lado esas afirmaciones que defienden que la filosofía es inútil y que por ello es superior a lo útil económico. Decir: “si la filosofía no debe confundirse con una disciplina cualquiera del saber.” Y, ya en la cuestión, aparecerían instancias, instituciones que pueden ser interrogados:
- ¿Las editoriales dominan los medios de difusión y publicación del trabajo de los filósofos?
- ¿La universidad, la escuela, se apropia de los productos filosóficos para capitalizarlo culturalmente?
- ¿La maquinaria ideológica somete la técnica filosófica a un funcionamiento específico?
- ¿Acendrados hábitos históricos sobredeterminan el ejercicio de la práctica de los filósofos?
- ¿Cedimentación de experiencias hace fluir el ejercicio del pensamiento filosófico por determinados canales?
Y, aparecen más cuestiones si se pregunta por los aparatos para pensar:
- ¿La autopublicación digital cambia el panorama en el dominio de los medios de producción filosóficos?
- ¿El cine es más filosófico que la televisión?
- ¿Ya ha caducado la fuerza productiva de las técnicas del periodismo?
- ¿La caída de la universidad implica, actualmente, una pelea por los medios y las técnicas de la práctica filosófica?
Claro, esas preguntas se pueden hacer si es que se nos hacen interesantes…
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Magnifica entrada que merece una larga continuación… Algunas de esas preguntas tienen que comenzar a ser respondidas, para entender el entredicho en el que se encuentra el trabajo filosófico en nuestros días…
Gracias. Y sabes que mucho del trabajo en la Secretaría también va por allí.
Me parece que la consideración de ¿Qué es la producción filosófica? está fuertemente dominada por las prácticas de ciertas instituciones de lo que podríamos llamar el centro de la filosofía hoy en día. Las universidades norteamericanas guiadas por los criterios de la productividad de la investigación, producen filosofía para ser la mejor universidad de filosofía de acuerdo a un ranking. Siempre que he visto estas metodologías que hacen a los mejores filósofos los que más producen y las mejores universidades igual, obligan de acuerdo a tu perspectiva a ahondar en una consideración de marejadas de publicaciones determinadas, sobre tópicos específicos y bien delimitados que en nuestra institución, la UNAM, ha encontrado una replica y reproducción en las metodologías que algunos de los investigadores de IIF practican. Hacer artículos, muchos, publicados en revistas, ciertas revistas, juntar puntos para el SNI.
Así, aparte de la pregunta por la producción filosófica y sus técnicas y tecnologías, queda también, qué otras prácticas, que resistencias exitosas existen. Qué técnicas usan los filósofos que extienden estas prácticas, etc.
Los puntos que pones sobre las íes son necesarios Marat. La cuestión es que también debemos, creo, afirmar que la producción técnica no se acaba con la reproducción de una institución o forma de producción, cualquiera que sea.