Tecnologías de la palabra y de los cuerpos para la reflexión feminista

Textos de la participación del #SeminarioTF en el Taller Perspectivas Críticas. Seminario Alteridad y Exclusiones (FFyL-UNAM), “Usos de las redes sociales por el activismo feministas”. Llevado a cabo el 20 de febrero de 2021, en el Museo de la Mujer. Coordinado por la Dra. Ana María Martínez de la Escalera y la Dra. Erika Lindig. Moderado por la Mtra. Lourdes Enríquez (FEMU).

¿Qué significa pensar la tecnología en las luchas políticas de mujeres?

José Francisco Barrón Tovar

¿Cómo plantear la relación entre la potencia de lo tecnológico y el sentido político de las luchas de mujeres? Defendemos aquí que sólo planteando la lucha política, y las de las mujeres, en términos tecnológicos es dable decir y valorar su sentido y sus efectos.

Lo cierto es que en la mayoría de las luchas políticas se asume que ya se sabe lo que es la tecnología. Se trata de un problema mayor. El problema es el de una cierta ingenuidad que rige las prácticas y el pensamiento de lo político que quieren apropiarse y hacer uso de lo tecnológico para sus finalidades. Esta ingenuidad sobre lo tecnológico que constituye, la mayor parte de las veces, el sentido de las luchas políticas no cambia ni experimentando la potencia que trae consigo la tecnología. Un conjunto de fantasmagorías —imágen, discursos, valoraciones, deseos— de la tecnología siguen imperando en casi toda práctica política. El mismo carácter de las luchas políticas de las mujeres —discusión sobre el sentido de las prácticas, sobre los cuerpos, sobre los procesos de individuación— tiene como uno de sus efectos poner en cuestión ese conjunto de fantasmagorías —efecto de resentimiento y debilidad sostuvo el filósofo Gilbert Simondon— sobre lo tecnológico, dejar de lado esa ingenuidad que sobredetermina la relación política/tecnología. De allí que se hable de “despatriarcalizar el archivo”, de “decodificar los estigmas”, de “tecnologías del género” o de “código feminista”.

Este conjunto de fantasmagorías se articula en torno a la fantasía de que la tecnología es una herramienta para ser usada para finalidades determinadas. Entendiendo así la tecnología la mayoría de las luchas políticas caen en la alternativa reductora y despolitizante de tratar ya de liberar o emancipar la tecnología como medios de producción en la revolución —como en los discursos que defienden cierta forma de apertura y apropiación de la tecnología digital y sus productos—, ya de disponer de mejor manera en una sociedad los medios tecnológicos de los que se dispone —como en los discursos sobre las brechas digitales. Tal alternativa está completamente sobredeterminada por esa fantasía de que toda tecnología es un instrumento o un conjunto de herramientas —incluso de los saberes sobre los usos de esos instrumentos— de los que puede hacer uso un agente externo a ellos. Se trata de la necesidad de que lo tecnológico siempre tenga un usuario, se confunda con una cosa y que la agencia le sea ajena —de allí la preocupación de los movimientos políticos por los automatismos y mecanizaciones de todo tipo. Se trata de una ingenuidad y una tentación que fuerza a valorar apolíticamente la repetición mecánica y la reproducción de lo vivo. Una “mecánica burda y vulgar” le llamó hace siglos Friedrich Schiller en sus Cartas sobre la educación estética del hombre.

Más adecuado sería determinar cómo las luchas de mujeres no caerían en y desecharían estas fantasmagoría de lo tecnológico. Hagamos una enumeración caótica de aquellos efectos que no deberían usarse para ejercer la relación política/tecnología en las luchas de mujeres:

  • No confundir lo tecnológico con la potencia de la lógica capitalista para cosificar y mecantilizar todo proceso o vida.
  • No confundir, como es común hoy en día, lo tecnológico con lo digital. Pues incluso allí donde se afirma que la tecnología sufre de los llamados sesgos de género o de raza se encuentra bajo el encanto mismo de la fantasía de la herramienta.
  • No confundir lo tecnológico con máquinas o cosas que pueden usarse con un sentido determinado. Pues incluso allí donde se afirma que la tecnología puede ser utilizada por las luchas políticas para fortalecer las autonomías de pueblos y comunidades se despolitizaría al poner en funcionamiento una fantasmagoría sobre lo tecnológico antes que su potencia.
  • No confundir lo tecnológico con los saberes y las técnicas que determinan el uso, aplicación y desarrollo de cosas y máquinas. Esto daría poder a quienes detentan el conocimiento y saber de las máquinas, despolitizando la acción colectiva.
  • No confundir lo tecnológico con siquiera los sistemas y estructuras sociales que conforman las relaciones de sometimiento y de control.

Ante estas confusiones más valdría poner en operación un cuidadosa caracterización de lo tecnológico como una potencia de alterar y re-producir las experiencias que se ejercería de manera colectiva (entre animales, cosas y máquinas). La tecnología remitiría más a una potencia que se operaría en procesos, procedimientos y funcionamientos que se maquinarían entre animales, cosas y máquinas para producir y reproducir lo que acontece.


Determinaciones tecnológicas. Determinaciones feministas

Sandra Leticia Reyes Alvarez

Me llama la atención que en muchas luchas feministas enfocada en cuestiones tecnológicas y digitales, hay un supuesto acerca de que eso que se llama tecnología funciona y opera, casi única y exclusivamente, bajo la lógica del capitalismo, la heteronorma, el machismo, el colonialismo y el patriarcado, pero que al introducir un enfoque discursivo y de prácticas feministas, esas funciones adquieren un potencial político transformador y revolucionario. Lo que llama mi atención es que se llega a afirmar muchas veces, implícita o explícitamente bajo dicho supuesto, que en las manos equivocadas -en este sentido, de las grandes corporaciones con poca o nula presencia de mujeres dentro de los procesos creativos y de producción- lo que sucede con esas operaciones, es sólo la mera reproducción de las relaciones de dominio existentes e incluso su intensificación e invisibilización. Esto último, porque dichas corporaciones suponen que en sus procesos creativos y de producción hay cierta neutralidad. Sobre esto último quizá, no es el momento para abordarlo y además no es un juicio del todo errado. No obstante, suponer que los monopolios tecnológicos y las voluntades que los producen tienen tal capacidad para determinar el funcionamiento de las tecnologías, parece reducir la tecnología a algo acabado y que por ello puede hacerse operar con base en las finalidades de quiénes los producen o bien, de los usuarios que los emplean.

En ese sentido, lo que quisiera plantear, es la cuestión de cómo una lucha, un movimiento, un grupo de individuos con determinado discurso y prácticas compartidas,  en este caso las luchas feministas, así como quienes producen lo que suele denominarse tecnología o aparatos tecnológicos, pueden determinar y encauzar con distintos y contrarios efectos, eso que se identifica como tecnología.

Pienso que habría que cuestionar si por el hecho de ser feminista o mujer bajo el enfoque de una lucha política, mi uso tecnológico, o en términos más concretos, mi uso y apropiación de las herramientas tecnológicas, ya es por sí mismo políticamente revolucionario y transformador, preguntarnos sobre todo, si por tal hecho se están o pueden producir efectos distintos y mejores respecto a esos que, a juicio de dichas luchas, están dentro del discurso y las prácticas patriarcales, machistas, coloniales, capitalistas y heteronormativas. Es decir ¿Por qué un monopolio tecnológico parece producir únicamente y en su totalidad -incluso cuando cuenta con la llamada cuota de género, en mayor o menor medida en su estructura- funciones con efectos patriarcales, machistas, heteronormativos, capitalistas, etcétera?

¿Cuál es la diferencia entre el uso o si se quiere el hacer funcionar de las grandes corporaciones respecto al uso que hacen las mujeres y luchas feministas de la tecnología? ¿La diferencia de los efectos es por el uso per se o se debe más bien que al introducir un discurso y prácticas particulares de las luchas feministas dichos efectos se modifican?

Por ejemplo, ¿un programador varón produce per se estos efectos respecto a una programadora mujer o a un programador cualquiera que tiene como base un discurso y prácticas de las luchas feministas? Si la modificación de los efectos de lo que se identifica como tecnología está en el discurso y las prácticas feministas ¿No es eso una forma de mirar sólo de forma utilitaria a la tecnología, de suponer que está acabada e incluso también una forma de determinar los discursos y prácticas de las luchas feministas y suponer que son siempre los mismos, que no cambian?

No se trata de desvalorizar las acciones y proyectos que muchas colectivas feministas realizan en torno a la tecnología y lo digital, como campañas de ciberseguridad para mujeres, la creación de contenidos para visibilizar las distintas violencias de las que somos víctimas las mujeres, o el analizar por medio de estadísticas y datos abiertos cómo está la participación de las mujeres en la tecnología y otras áreas del saber y con ello la promoción del estudio de ciencia y tecnología por parte de las mujeres, etc. Aspectos que sin duda tienen su valor y relevancia y que desde luego han aportado y significado cambios importantes en materia de género.

El punto es que tal vez al suponer que es el mero discurso y prácticas de las luchas feministas lo que puede determinar el potencial tecnológico resulta problemático y quizá insuficiente incluso para las luchas mismas. Más aún cuando se apuesta por una tendencia hacia el borrado o si se quiere cierta negación de determinadas tecnologías o usos tecnológicos por el hecho de estar basados y provenir de lo que se denomina pariarcado, y que supone que las operaciones tecnológicas están determinadas por ese discurso y prácticas y por lo tanto, es malo e inadecuado, dominante per se, y se apuesta por la creación de una tecnología feminista, una tecnología de mujeres, código feminista, filosofías feministas, escritura feminista, una Internet feminista, etcétera. No cabría preguntarse si ese borramiento o negación de uso, implica también un borramiento y negación de la cultura, como si ésta fuera una esencia, algo acabado y estático que puede eliminarse con la introducción de otros discursos y prácticas, las cuales en cierto modo han surgido en oposición a la cultura que se pretende borrar. En pocas palabras ¿Es posible despatriarcalizarnos? ¿Qué significa esto? ¿Cómo se llevaría a cabo?

Creo que viene bien pensar en las palabras de Walter Benjamin en las Tesis sobre el concepto de Historia “No hay documento de cultura que no lo sea, al tiempo, de barbarie”. Desde luego, luchar porque la barbarie deje de ser la norma, seguramente es el objetivo de las luchas feministas, pero no sé si al pretender despatriarcalizar la tecnología -y habría que discutir y problematizar si la tecnología es en sí misma patriarcal- a través de los discursos y prácticas de las luchas feministas, lo que se está haciendo es introducir una nueva determinación -que puede no ser posible dado que la tecnología no es una mera herramienta y que el discurso y las prácticas de las luchas feministas tampoco son algo acabado y siempre igual- que parece mejor pero que al final no sólo determinaría a eso que se identifica como tecnología sino a los discursos y prácticas mismas de las luchas feministas, como si éstas tuvieran una esencia y pudiesen replicarse a través del uso que las mujeres en sus luchas hacen a través de la tecnología.


https://youtu.be/1WmVtm6J5RM


Comparte este artículo
  • Facebook
  • Twitter
  • Delicious
  • LinkedIn
  • StumbleUpon
  • Add to favorites
  • Email
  • RSS

Francisco Barrón

Doctorante en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha participado en varios proyectos de investigación como: “Memoria y Escritura”, “Políticas de la memoria”, “La cuestión del sujeto en el relato”, “Diccionario para el debate: Alteridades y exclusiones”, “Estrategias contemporáneas de lectura de la Antigüedad grecorromana” y “Herramientas digitales para la investigación en humanidades”. Se ha dedicado al estudio del pensamiento griego antiguo, francés contemporáneo y de los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Walter Benjamin. Sus intereses son las relaciones entre la estética y la política, y los problemas especulativos sobre la relación entre la técnica, el arte, el lenguaje y el cuerpo. Pertenece a la Red de humanistas digitales.

You may also like...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>