De Instagram y la percepción histórica.

“El modo, bajo el cual se organiza la percepción humana (el medio en que ésta se desarrolla), está condicionado no sólo natural sino también históricamente. La era de las migraciones, en que surgieron la industria artística del Bajo Imperio y la génesis de Viena, no tuvo solamente un arte distinto al de la Antigüedad sino también otra percepción”

Instagram es una aplicación útil para modificar y compartir fotografías (actualmente también vídeos) a través de un teléfono celular. La edición de las imágenes consiste en dar a los usuarios una herramienta para recortar, poner filtros y alterar la profundidad de campo a partir de una gama limitada de posibilidades. Al ser una red social, y no sólo un medio de edición de imagen, permite pensar los valores implicados en las formas de percepción y evaluaciones estéticas; ahora me interesa pensarlos a partir de los señalamientos de Walter Benjamin en su texto La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica.

Pero, ¿cómo es que la introducción de las imágenes en una red social permite encontrar pistas para pensar el discurso de una época? El funcionamiento de Instagram nos deja realizar hipótesis sobre las estéticas de nuestro contexto en tanto que la modificación de las imágenes se da bajo ciertos parámetros (ie. filtros, marcos, etc.) y estos se deciden en función de un canon construído históricamente, es decir, hay una tradición sobre la visión que da sentido a la forma en que se puede ver una fotografía, que da sentido a ese conjunto limitado de filtros y perspectivas que aparecen en la aplicación. Asimismo se modifica la manera en que se construyen los estándares estéticos de la imagen pues, al momento que permite la participación, a través de los likes y hashtags, se abre la posibilidad de que la opinión de otros usuarios tenga influencia en la forma en que cada uno produce una nueva entrega para la red social.

Con esto quiero decir que en la creación y posterior uso de Instagram se encuentran una serie de criterios sobre lo que significa producir una imagen. Ésto me lleva a preguntar: ¿Cuál es la estética vinculada a los valores como la participación, la alteración o la edición por medio de filtros? ¿Por qué poner a la mano de cualquier inexperto la posibilidad de crear una imagen? ¿Cuáles son las consecuencias teóricas de hacer de las imágenes algo que todos pueden modificar y compartir en cualquier momento?Cuando Benjamin asigna la cualidad de histórico al modo en que se produce la percepción permite pensar las relaciones que se generan entre la serie de valores y prácticas ligadas a un momento histórico y los productos estéticos. De manera que al pensar esta herramienta se busca preguntar por el espectro de criterios y valores circundantes  a la imagen en un determinado contexto.

“Dentro de los largos períodos históricos, junto con el modo de existencia de los colectivos humanos, se transforma también la manera de su percepción sensorial. El modo en que se organiza la percepción humana -el medio en que ella tiene lugar- está condicionado no sólo de manera natural, sino también histórica.”

Desarrollar y usar aplicaciones como Instagram implica la resignificación de qué es un fotógrafo, qué significa tomar una fotografía, qué significa modificarla, qué es una imagen, cómo es que una imagen se ve bien; de ahí la respuesta y las críticas a esta forma de producir imágenes que se formula como una “pérdida de valores de la fotografía”. Como si al poner en la herramienta la facilidad de que cualquiera pueda usarlo (y tomar fotos de su perro o su comida) se estuviera atentando contra la institución de la imagen.

No se busca aquí hacer una apología de Instagram ni de la posibilidad de compartir la foto de tu comida, sino de pensarlos como una vía para preguntar por la imagen, por todo aquello implicado en su producción y por todo lo que puede ser dicho sobre la construcción histórica de la mirada a partir de las herramientas para ver con las que contamos. Por supuesto que hay una distinción entre la imagen digital que no se produce a través de una aplicación, sino vía software y donde las posibilidades de edición no son tan limitadas, pero pareciera que las herramientas disponibles para un gran público nos hacen pensar en el grupo de productores de imagen que se tenían antes de que pudiera crearse con un teléfono celular y el que tenemos ahora cuya validación no está dada por una línea que va desde Daguerre hasta nosotros, sino por las herramientas disponibles en una época.

Con esto no sólo se cuestiona a la fotografía misma sino que hay una idea de lo que significa ser espectador, de qué es una imagen, de quién es el productor y consumidor. Incluso, a partir de aquí se puede pensar cuáles son las características atribuibles a cada uno de ellos y las funciones y enunciaciones que les corresponden a estos sujetos y objetos. Pareciera que ahora la imagen convierte al espectador en su propio productor. Frente a un espectador que aparece de manera pasiva ante la imagen, ahora se propone que sea él mismo quien produzca lo que será visto. Esto genera una producción mucho más alta de imágenes, ¿que puede significar en detrimento de la calidad? Sí, pero pensemos que ante una limitación de recursos para producir la imagen (como puede ser un número de filtros pero también las posibilidades dadas a un software) se optimiza su producción; esto sumado al uso de internet para hacer llegar las imágenes a cualquier lugar en el instante mismo en que se crean, genera una proliferación de imágenes en niveles no imaginables en la época de su reproductibilidad técnica.

Lo que ahora me gustaría preguntarme es ¿por qué tomar fotos de perros y comida? ¿cuáles es la influencia de la herramienta sobre las cosas que vemos? pues si cambia las perspectivas y los filtros de la mirada, también va cambiando lo que puede ser visto o tal vez adquieren mayor visibildad algunos objetos que antes se quedaban fuera del marco.