Apuntes sobre el cambio tecnológico

Nuestra sociedad pasa de un dispositivo tecnológico a otro con relativa frecuencia. En el mercado se establecen estándares que nombran el cambio de esos dispositivos. La espera del iPhone 6 comienza justo después del lanzamiento del iPhone 5 y se explican cambios empistémicos en relación con el paso de la web 1.0 a la 2.0. Todas estas formas de hablar de las transformaciones que se dan en relación con la tecnología construyen una narrativa del cambio tecnológico, de las formas en que un aparato deja de ser para dar paso a uno nuevo. Sin embargo, los cuestionamientos respecto a las formas en que se habla del cambio tecnológico aparecen apenas en el marco de esa narrativa cotidiana de la tecnología.

La filosofía ha tenido ya múltiples encuentros con la problemática sobre el tiempo, sobre las formas de lo cambiante. Entre estos acercamientos se ha cuestionado ya lo que el tiempo representa en la vida cotidiana y, además, las otras formas que éste tiene incluso cuando no pertenece a la existencia humana, de ahí las reflexiones sobre el tiempo mítico, histórico o el de la ficción, por decir algunos. Pensar la crítica a la idea del tiempo lineal podría llevarnos hasta el Heidegger de Ser y tiempo y la pregunta por la técnica producida para medir la secuencia de instantes equivalentes que constituyen la mensurabilidad de la progresión temporal.

Es justamente en la forma de contar el tiempo que atiende al proyecto del progreso moderno en que se adscriben gran parte de las formas en que hoy nos narramos la tecnología en la vida cotidiana. Pues bien, frente a ese panorama de representaciones del cambio tecnológico y la crítica al tiempo lineal me parece pertinente preguntar: ¿cuál es el tiempo de la tecnología? No porque ahora tenga la pretensión de resolver dicha cuestión sino para abrirla hacia otras preguntas que pudieran encontrarse en relación con ella.

la foto (2)

Esta pregunta me ha aparecido ya en distintas ocasiones ante los textos de teóricos como Mumford, Simondon, Benjamin o Anders. Me parece pertinente esclarecer la cuestión de la forma en que entienden el cambio tecnológico dados algunos de los planteamientos de estos filósofos. Al abordar de manera crítica la idea de lo tecnológico me parece que no es irrelevante plantearse también las consecuencias de algunas de las afirmaciones elaboradas con este propósito.

Lo problemático de la cuestión no es tanto la necesidad de asignar una determinación temporal única a los aparatos (como categoría abstracta o como un conjunto que se compone de la suma de múltiples aparatos) o describir las maneras en que estos producen temporalidades (como ha sido descrito el tiempo capitalista por Max Weber), sino por la forma en que se piensa el cambio de los objetos técnicos. ¿Qué permite el paso de un objeto técnico a otro?, ¿qué condiciones producen ese cambio?, ¿cuáles son las consecuencias de describir el cambio técnico de una manera u otra?

En Técnica y civilización Mumford establece una relación entre los cambios sociales y los cambios en los materiales y métodos disponibles para la producción tecnológica. Esta unidad da un carácter tecnológico al cambio social, pues este se explica, prácticamente en su totalidad, en términos de los materiales. Pero, con todo y esta unidad entre una serie de fases sociales que dependen de la tecnología para ser unificadas, Mumford enuncia un asunto que es el que me ha dado por cuestionar la forma en que se refiere al cambio tecnológico. Según Mumford hay en la producción tecnológica un retraso social sobre la consciencia sobre los productos. De alguna manera el humano se encuentra en retraso en relación con los objetos que son creados por él.

Pero este mismo asunto aparece en la descripción de la tecnología en los planteamientos sobre la vergüenza prometeica de Günther Anders. La vergüenza, según la describe Anders, se produce por el desfase que tiene el cambio de lo humano respecto a la evolución de lo técnico. Hay un retraso que configura la relación humana con la tecnología. Dicho retraso hace que el propio ser humano se sienta inferior respecto a sus propias creaciones, que serían los objetos técnicos. Anders caracteriza así a sus contemporáneos  en relación con la máquina: “También soportan mutilaciones, pero no porque un Zeus castigue sus ambiciones demasiado pretenciosas, sino porque ellos mismo se azotan por su ‘retraso’, por la ‘vergüenza de su nacimiento’” (Anders, G., La obsolescencia del hombre).

En ambos casos lo que aparece es una separación de la temporalidad de lo humano respecto a la tecnológica. En ambos casos se establece, en cierta medida, una dicotomía que separa lo humano de lo tecnológico. En ambos se hace de cada uno de estos campos de lo real una categoría unitaria y cerrada que se ven enlazadas accidentalmente. Es esa separación de la forma en que cambia lo humano y los objetos técnicos la que parece producir el retraso de lo humano en relación con sus productos. Esta separación que además se da con una temporalidad lineal que no se separa de lo tecnológico. Como si cierta tradición científica vinculada a la idea de progreso con la que en algún punto se encontró la tecnología no fuera separable de las formas en que se habla del cambio tecnológico.

Frente a todos estos problemas me pregunto, ¿es posible hablar de cambio técnico sin recurrir a la linealidad del tiempo?, ¿qué implicaciones tiene hablar de esas otras formas de temporalidad en el mundo de los objetos técnicos?, ¿es el tiempo de la tecnología el mismo que el de lo humano?, ¿son estas dos categorías separables en términos temporales? Me parece que la cuestión puede plantearse de otra manera desde filósofos como Benjamin, Simondon y especialmente Déotte, pero tendríamos que pensarlo.

tiempo


Comparte este artículo
  • Facebook
  • Twitter
  • Delicious
  • LinkedIn
  • StumbleUpon
  • Add to favorites
  • Email
  • RSS

You may also like...

1 Response

  1. Es extraña -aunque entendible teóricamente- la separación que hace Anders entre lo tecnológico y lo humano. Como si hubiera dos temporalidades, una con retraso a la otra. Supongo que esa separación, en forma de retraso, trata de enfatizar problemas de apropiación de las potencias tecnológicas. Es un tópico en ese campo problemático. Hay como una dilación o retardo en la posibilidad de los cuerpos humanos de experimentar las fuerzas tecnológicas. Por supuesto eso se puede poner en términos de experiencia: no es posible experimentar lo nuevo o lo demasiado.
    Claro que eso está por verse…

Responder a Francisco Barrón Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>