Sigo pensando que la forma más adecuada para caracterizar las modificaciones históricas que la tecnología ha producido es tratando de describir casos de la experiencia contemporánea. En este sentido es interesante que el texto de 1985 de Donna Haraway, “Un manifiesto cíborg: ciencia, tecnología, y feminismo socialista a finales del siglo XX“, y para discutir con el pensamiento marxista y feminista usando la figura del cyborg tenga como cometidos primeros la tecnología modificando el cuerpo y la experiencia.
Dos cosas primero. De nuevo en nuestras lecturas descubrimos que parecería que para hablar el día de hoy de la tecnología tendríamos que hablar de la política. Hablar de política es algo que debe hacerse si se piensa la tecnología -alteración y destrucción, en sentido bejnaminiano y derridiano, de las dicotomías que determinan las prácticas: lector/autor, cuerpo/alma, animal/hombre, etcétera. Y otra vez aparece el cuerpo como espacio de lo tecnológico, ya sea para dominarlo o para disfrutarlo. Sea como cuerpo protético o como cyborg o robot, el cuerpo vuelve a aparecer.
Haraway afirma que la relación tecnología/cuerpo -aunada al discurso de la ciencia- permite reconsiderar la licha política feminista y socialista. Su respuesta se centra en hacer apuntes sobre la experiencia. Las formas de poder, control, dominación, parecen depender, para ella, de una forma de ejercer la experiencia. Así, encontramos en su texto afirmaciones como las siguientes:
“Las intensificaciones en las penalidades sufridas a nivel mundial en relación con las relaciones sociales de la ciencia y de la tecnología son severas. Pero lo que la gente está experimentando no se encuentra suficientemente claro y nos faltan las conexiones sutiles necesarias para edificar colectivamente teorías eficaces de la experiencia.”
“La pregunta, profundamente ideológica, de qué es lo que cuenta como experiencia en la actividad diaria, puede ser abordada mediante la explotación de la imagen del cyborg.”
“comprensión sutil de los placeres nacientes, de las experiencias y de los poderes con serias posibilidades de cambiar las reglas del juego.”
Si bien la postura es seductora siempre posible dirigirle cuestionamientos sobre lo que entiende por tecnología. Y es que los ejemplos y casos que pone de máquinas o tecnología son casos discursivos -al igyal que sus ejemplos de luchas políticas de mujeres. Ejemplos:
“Las máquinas precibernéticas podían estar encantadas, existía siempre en ellas el espectro del fantasma.”
“A partir del siglo XVII, la máquinas podían ser animadas: recibir almas fantasmales que las hicieran hablar o moverse o ser responsable de sus movimientos ordenados y de sus capacidades mentales. O los organismos podían ser mecanizados: reducidos al cuerpo entendido como un recurso de la mente.”
Es decir, ¿de qué experiencia tecnológica habla?
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