Tecnología y filosofía. Mesa en el IV Coloquio de Filosofía Contemporánea

   IV Coloquio de Filosofía Contemporánea

“Filosofía, arte, valores, ciencia, historia, política y educación”

 

Mesa: Tecnología y filosofía

Coordina: José Francisco Barrón Tovar

Día: 09 de abril

Lugar: Biblioteca, FES Acatlán

Se trataría discutir las figuras conceptuales que han adoptado histórica y estructuralmente las articulaciones y tensiones entre filosofía y tecnología. El sentido de tales figuras ha corrido casi siempre en sentido negativo. Los filósofos casi siempre sospechan de la tecnología, de sus potencias y de lo que permiten. Las potencias productivas tecnológicas levantan, las más de las veces, sospechas políticas y educativas entre los filósofos.

Quizás sería mejor para nosotros, el día de hoy, volver a plantear la cuestión, preguntar sobre el sentido de esa relación. Con un poco más de atención y cuidado. Aún antes de usar los discursos y valoraciones corrientes entre los filósofos.

 

Participantes:

José Francisco Barrón Tovar (@yierva)

“Tecnologías filosóficas”

Marat Ocampo Gutiérrez de Velasco (@eljabberwocky)

“Hermenéutica e inteligencia artificial”

Román Domínguez Jiménez (@prendrecorps)

“Gestualidad y tecnología”

Ana María Guzmán Olmos (@Sositap)

“De la autonomía del arte a Instagram”

Paola Rochon Herrera

“Tecnología: ¿juego o control?”

Marco Antonio Godínez Bustos (@Markotom)

“Filosofía y lenguajes de programación”


BHfrz1-CUAAOXMV.png_large

Participaciones

 

Presentación del proyecto

  • ¿Realmente se ha modificado tecnológicamente la experiencia del pensamiento?

  • Se afirma de manera muy facilona

  • No hay investigación conceptual de ello

  • Discutir los discursos, las imágenes de pensamiento, los hábitos, las prácticas condensadas al pensar la relación tecnología/pensamiento

Presentación de la mesa

  • Discutir algunas figuras conceptuales que han adoptado histórica y estructuralmente las articulaciones y tensiones entre filosofía y tecnología.

  • El sentido de tales figuras ha corrido casi siempre en sentido negativo.

  • Los filósofos casi siempre sospechan de la tecnología, de sus potencias y de lo que permiten.

  • Quizás sería mejor para nosotros, el día de hoy, volver a plantear la cuestión, preguntar sobre el sentido de esa relación.

Marat Ocampo Gutiérrez de Velasco (@eljabberwocky)

“Hermenéutica e inteligencia artificial”

La Inteligencia Artificial es un campo problemático para la ciencia y la filosofía. Por una parte ha sido vista como una perspectiva teleológica en la que se arriesga la existencia de la humanidad. Por otra, se observa como posibilidad de reproducir los procesos de pensamiento humanos de manera artificial. Sin embargo, los métodos que más se han desarrollado buscan emular modelos biológicos y su perspectiva matemática científica ha tenido éxito limitado. Por lo tanto nos preguntamos ¿Qué posibilidades tiene poner un acento hermenéutico a este campo tecnológico?

 

Román Domínguez Jiménez (@prendrecorps)

“Gestualidad y tecnología”

Políticas del montaje

Lo que me interesaría desarrollar en el seno de nuestro grupo de investigación no sería tanto una conceptualización de la técnica en general, sino una el esbozo de una cierta genealogía (en el sentido nietzscheano del término)o una cierta arqueología (también en el sentido foucaultiano del término) de las relaciones, los flujos, las rupturas y las confluencias entre las técnicas de producción, montaje e interacción de imágenes audiovisuales por un lado, el devenir de nuestras instituciones políticas y la posibilidad o eventualidad de otra política, distinta de aquella de nuestros regímenes representativos y de nuestras ideologías democrático-culturales.

Ahora bien, el punto que me interesa tratar aquí respecto a dicha arqueología es la incidencia que desde hace más de un siglo ejercen las técnicas de la imagen en movimiento sobre nuestros cuerpos individuales y colectivos. De ahí mi interés por el cine, no tanto como “arte del siglo XX” sino en tanto que constituye la primera técnica que desarrolla masivamente, industrialmente, la difusión y reproducción de imágenes de movimiento automático y la primera técnica que difunde también masivamente el correlato técnico de dicha imagen: el montaje automático de movimiento y de tiempo.

Esta incidencia se define ya en la creación de cuerpos colectivos (masas, públicos) e individuales (espectador, ciudadanía), pero más allá de ideologías y discursos, puesto que el cine no sería ni lenguaje, ni texto ni discurso) quizá su punto determinante se ubica en la construcción  e inervación técnica de un cierto colectivo: no el pueblo, ni el ciudadano, sino el hombre y la mujer común. Benjamin llamaba ya a esta inervación test o más precisamente testleistung (experiencia del test, de la prueba, o desempeño calificable, evaluable). El test cinematográfico inauguraría una experiencia que no sería ya la de la ocasión irrepetible del aura o de la representación teatral sino la reproducción automática de ritmo y de movimiento. Automatismo sería el nombre de los fantasmas tecnológicos de nuestros días respecto a nuestra “humanidad”. Si bien es cierto que nos experimentamos y sufrimos siempre o casi siempre a automatismos cotidianos (y que estos dependen de instancias de poder) que van desde el uso de artefactos, máquinas y aparatos, hasta nuestros trayectos diarios al trabajo y la escuela, y que estos automatismos configuran ya desde inicios del cine toda una importante fantasmagoría del hombre irreflexivo, de las masas de zombies, también es cierto que una cierta mitología del hombre libre, ético y trabajador, amo de la naturaleza y de la técnica no puede ya ser comprendida como tal como un modelo o imagen a seguir, porque desde ahora toda imagen y todo cuerpo, por lo menos en lo que toca a su aspectos estético, sociales y políticos, está inervado, constituido, traspasado, por la experiencia del test, del desempeño evaluable. Lo que antes era objeto del secreto, ahora es materia de test. Nuestros sueños y anhelos son ya performances. El gesto y el ritmo serían esa parte del cuerpo, ese resto que darían lugar al nacimiento de lo nuevo dentro de nuestro mundo en el que la política misma se ha vuelto una cuestión de montaje. El primero como nacimiento de una singularidad que subvierte el automatismo del test, el segundo como un tiempo en el que la gente ordinaria, common people, inviste, se apropia el espacio, el archivo y la historia en un tiempo otro que el de la aceleración nihilista, tesleistung, del presente.

 

Ana María Guzmán Olmos (@Sositap)

“De la autonomía del arte a Instagram”

“Belleza es forma de la finalidad de un objeto en cuanto es percibida en él sin la representación de un fin.” E. Kant.

Esta afirmación de Kant sobre un arte que se percibe sin finalidad permite plantear el problema de lo que se implica en una estética determinada.  Así pues, la autonomía dada al arte por su independencia de las finalidades que le corresponden a la moral o la epistemología terminan por corresponder con la contemplación como un valor fundamental. Esto significa, que la propuesta kantiana puede ser pensada, desde la autonomía del arte, en relación con el rol del espectador que queda limitado a la pasividad. Pero, independientemente de las diferentes implicaciones tanto para la obra, el autor o el receptor, que dicha autonomía sostiene, lo que me interesa resaltar es que esa estética establece unos valores sobre la forma de percibir las manifestaciones artísticas.

¿Por qué pensar a Instagram en relación con esa idea del arte autónomo? Esta aplicación para modificar y compartir fotografías a través de un teléfono celular permite, justamente, pensar los valores que se implican sobre las formas de percepción y de evaluaciones estéticas, en este caso, de una imagen. Lo quiero decir es que si la estética kantiana tiene una relación con la idea de la contemplación, hay una idea de la evaluación estética implicada en un dispositivo, como es Instagram, que permite modificar una imagen bajo ciertos parámetros y que al compartirla permite que otros participen (a través de los likes) en la forma en que se construye un canon estético. Instagram resulta entonces un ejemplo de la conjunción de valores como la participación en la forma en que se evalúan los objetos estéticos. Si la contemplación aparece como un valor ligado a la teoría que busca la autonomía de lo estético, la pregunta que me interesa hacer es: ¿cuál es la estética vinculada a los valores como la participación o la alteración? ¿cuáles son las consecuencias teóricas de hacer de las imágenes algo que todos pueden modificar y compartir en cualquier momento?

 

José Francisco Barrón Tovar (@yierva)

  • Hay una tentación habitual al tratar la tecnología: concebirla como herramienta -lo que no necesariamente implica, aunque a veces sí, concebirla o hacer uso de la tecnología como medio para un fin.

  • Pero tal concepción no acaba en igualar una computadora, el lenguaje o una cámara de cine a una pala.

  • A la par de la tecnología como herramienta viene tradicionalmente en la filosofía una figura de lo humano como usuario.

  • Tal figura puede adquirir muchos apariencias: la figura del virtuoso, la del ilustrado, la del bienaventurado.

  • El usuario se puede articular a cualquier figura de lo humano que en el pensamiento filosófico se haya producido. Así, un hombre bueno o virtuoso puede ser el usuario de una máquina -habría que recordar la figura del auriga en Platón o la mano como “instrumento de instrumento” en Aristóteles-; también se puede articular conceptualmente la figura del ilustrado con la del usuario.

  • La pretensión de tal conceptualización sería la de que el ser humano pueda hacer uso de las máquinas en el sentido de su voluntad o libertad. Lo importante es el poder hacer uso…

  • Incluso Heidegger en “La pregunta por la técnica” trata de articular la figura del usuario cuando concibe al ser humano en relación con la esencia de la técnica.

  • Tal figura del usuario, supondré -no podría argumentar todo lo necesario para mostrarlo adecuadamente-, no se aviene de manera adecuada con las potencias tecnologías de producción de cosas.

  • En lugar de ello, se podría proponer una distinción que se encuentra en las técnicas del discurso sofistas. La distinción se da entre, por un lado, el idiotes (el particular, el simple ciudadano, el plebeyo, el ignorante, el inexperto, el vulgar) contrapuesto al deinotatos (el aspecto o carácter espantoso, terrible, el diestro, el habilidoso, el experto, el digno de admiración, el digno de reverencia).

  • La distinción habilidoso/inexperto nos permite pensar de otra manera la relación entre lo que la tecnología puede hacer y lo que nosotros podemos podemos hacer con ella.

  • “Sobre el ejercicio de la palabra”, alaba a quien quiere “adquirir experiencia en el uso de la palabra”, puesto que “el hombre político debe tener experiencia y fuerza de palabra”. (Dión de Prusa, 1989: 129-130)

Comparte este artículo
  • Facebook
  • Twitter
  • Delicious
  • LinkedIn
  • StumbleUpon
  • Add to favorites
  • Email
  • RSS

Francisco Barrón

Doctorante en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha participado en varios proyectos de investigación como: “Memoria y Escritura”, “Políticas de la memoria”, “La cuestión del sujeto en el relato”, “Diccionario para el debate: Alteridades y exclusiones”, “Estrategias contemporáneas de lectura de la Antigüedad grecorromana” y “Herramientas digitales para la investigación en humanidades”. Se ha dedicado al estudio del pensamiento griego antiguo, francés contemporáneo y de los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Walter Benjamin. Sus intereses son las relaciones entre la estética y la política, y los problemas especulativos sobre la relación entre la técnica, el arte, el lenguaje y el cuerpo. Pertenece a la Red de humanistas digitales.

You may also like...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>